lunes, 16 de junio de 2008

Hay que explicar lo del campo

Hay que explicar lo del campo

Escribe Fernando Fernández Herrero. Ante la situación planteada por el paro agropecuario, analiza la cuestión desde distintas ópticas:

la real situación de los productores según su magnitud,

la distribución del excedente,

la cuestión social,

los distintos reclamos que parecen ser uno solo

las debilidades del gobierno, que recauda, dice, pero no distribuye de manera correcta.

¿Y qué pasaría en Bariloche con un dólar a 1,90?, pregunta

Hay que explicar lo del campo

No puedo salir del asombro por lo que está pasando con el paro del campo. La única explicación es la ignorancia, una ignorancia profunda, agravada por las torpezas del gobierno en materia de comunicación y en otras materias que parecen alejadas pero no lo están, como son la velocidad y la eficiencia con que la tan repetida redistribución se concreta.

Para redistribuir hay que sacarles a los sectores más ricos (campo, petroleras, monopolios de servicios públicos, mineras, etcétera), mediante impuestos, una parte de sus ganancias y distribuirlas entre los más pobres (salud, educación y comida para todos los que no las tienen) La primera anda bastante bien, el gobierno recauda. La segunda es bastante lamentable.

La ignorancia profunda a la que me refiero es la de miles de personas que defienden el paro del campo. No hablo de los cacerolazos de Recoleta y Barrio Norte, en esos lugares es lógica una reacción ante cualquier medida redistributiva, sino de la gente humilde que no logra leer más allá de los que los medios de comunicación anuncian.

Vamos por partes. El campo ha multiplicado, por la decisión del gobierno de mantener un dólar a 3 pesos, cuando el valor real (que es una relación entre las reservas y la cantidad de circulante) debería ser 1.90, sus ganancias después de la devaluación en una forma nunca vista en la historia argentina. Ningún productor rural vende sus campos en este momento, que por otra parte han multiplicado su valor por 5 en los últimos años.

Nunca en la historia se había dado una situación similar porque a estas medidas económicas, se suma el incremento a nivel mundial de los precios de los alimentos. Este incremento tiene que ver fundamentalmente con la locura de los combustibles verdes. Esta espiral de crecimiento de precios recién empieza, y es fácil darse cuenta que si en la actualidad, que los bio combustibles (biodiesel, Etanol, etc) han empujado los precios de los alimentos sin siquiera llegar a representar un 1% del combustible mundial que se consume, ¿qué va a pasar cuando el petróleo siga faltando, siga subiendo? ¿Por qué un productor va a vender su tonelada de maíz a, supongamos U$S 200.- como alimento si una fábrica de Etanol se lo paga U$S 600? ¿Qué van a comer los que se iban a comer ese maíz?

Si el precio del petróleo sigue subiendo (que por otra parte es imposible que no suceda cuando la demanda es mayor que la oferta), ¿por qué no lo van a hacer los productos del campo que pueden reemplazarlo?

Estas dos situaciones que han coincidido en el tiempo, la devaluación en Argentina con un tipo de cambio mantenido artificialmente por el gobierno para poner en funcionamiento la economía y hacerla más competitiva (¿cuántos chilenos y brasileños y argentinos vendrían a Bariloche si el dólar costara 1.90?), sumada a la espiral de crecimiento de los precios de los alimentos a nivel mundial son la causa de la realidad excepcional que vive el campo.

El gobierno equivoca el planteo de generalizar el trato que se da a los productores rurales. No es lo mismo un chacarero con 10 hectáreas que trabaja con su familia, que Grobocopatel, que explota el equivalente a una provincia desde su notebook. La habilidad de las entidades del campo como la Rural, que históricamente han trabajado en contra del país, promoviendo golpes de estado, concentrando la riqueza en pocas manos, etcétera, es hacer aparecer a los chacareros en los piquetes, es hacer creer que la puja es la de un gobierno expropiador contra los gauchos. Esta habilidad ha sido inversamente proporcional a la del gobierno para explicarlo mejor.

En las manifestaciones en contra del gobierno puede verse a la señora de Barrio Norte, que seguramente tenga alguna hectáreas o algunos miles, a los melancólicos de los `90 votantes de Macri, que va a aprovechar cualquier situación para voltear a “la yegua”, a los centroizquierdistas del ARI, que quedados sin discurso con las políticas de este gobierno, han girado tanto a la derecha que ya no se encuentran.

Y a un montón, y esto es lo más grave, de gente común, que cree que esto es una cruzada de Martin Fierro contra el poder. La incapacidad del gobierno ha logrado el milagro de juntar a la Corriente Clasista y Combativa con la Rural pidiendo lo mismo. Y la “gente común”, empleadas domésticas, maestras, albañiles, taxistas, pidiendo también que se bajen las retenciones, cuando una medida así sería incrementar las ganancias del sector que más ha ganado en los últimos años. Y lo peor: significaría un incremento automático de los precios de los alimentos que se acomodarían al valor mundial (kilo de pollo U$S 7.5), o sea un pollo digamos, el kilo de pan digamos a ...

La debilidad del gobierno es que ha fallado en la segunda parte de la tan aclamada redistribución. Si tomamos la tasa de crecimiento anual, el nivel de reservas, los superávits gemelos, etc., somos uno de los países en el mundo en que mejor ha funcionado la economía en los últimos años. Pero tenemos anualmente miles de chicos que mueren de causas relacionadas con la pobreza, tenemos todavía un altísimo porcentaje de gente que trabaja en negro (por ejemplo los empleados de la provincia de Río Negro señor Saiz), tenemos, tenemos. No tenemos lo que tenemos que tener.

El gobierno ha recaudado, y eso es bueno, faltan tocar intereses, petroleras, mineras, monopolios de servicios públicos, etcétera, pero ha recaudado. Ahora tiene que distribuir en serio porque el tiempo se le va acabando y la plaza cada vez va a estar más llena. Y la plaza es el rey, por eso D´Elia fue a desocuparla. Se puede perder un alfil, se puede perder hasta la reina pero la plaza es el rey: si se pierde hay que salir en helicóptero, y sería triste tener que hacerlo porque la plaza se ha llenado se dinosaurios mezclados con obreros gritando lo mismo, cuando estuvimos tan cerca.

Fernando Fernández Herrero

DNI 21954549

http://www.bariloche2000.com/article.php?story=20070504224535713